Van 14 días y Alberto Rodríguez Saá no reconoce la derrota ni llama al gobernador electo
Está en su peor momento y no encuentra la excusa para salir de esa suerte de infierno político al que descendió el 11-J.
El interminable silencio aleja al gobernador de lo realmente democrático para situarlo en el plano de lo indisimulablemente autoritario. Es un comportamiento coherente con la conducta que viene exhibiendo.
Alberto Rodríguez Saá se somete a las reglas, pero lo cierto es que lo único que le importa son sus intereses, a cualquier precio, y menosprecia las normas no escritas de la convivencia y reconocimiento al adversario. En este caso desconoce y no hace ningún esfuerzo por respetar a los sanluiseños que eligieron y cerraron un ciclo.
Si él gana una elección, es la voz del pueblo la que se escuchó, pero si triunfa el adversario asume la conducta del mal perdedor. Es decir, sus votos valen más que los votos contrarios.
Como gobernador saliente no hace gala de los modales que lo deben caracterizar. Lo más grave es que está dando señales de incumplimiento de las prácticas sucesorias. Van 14 días y no reconoce la derrota ni llama al gobernador electo.